domingo, 17 de febrero de 2019

QUEJA-SAPIENS







No es una elucubración mental mía. Sigan leyendo y podrán comprobar que lo que les digo es cierto: tenemos una nueva raza entre nosotros desde hace años y se está extendiendo a un ritmo vertiginoso. Seguro que tras unos minutos de lectura se dará cuenta de su existencia, o tal vez, en su fuero interior, se reconozca como uno de ellos

Este ser no es nada novedoso, ni ha surgido de la nada, ni por generación espontánea. Se puede decir que más bien ha surgido como consecuencia de las condiciones laborales, profesionales, personales, sociales y económicas que nos fustigan desde hace un tiempo.
Se puede encuadrar en esta categoría de la humanidad a ese nutrido grupo de personas que se caracterizan por la queja perpetua por la nefasta situación en la que nos encontramos los médicos, y los de familia en estado superlativo. Pero lejos de actuar, toman su razón de ser en la inactividad y en la retahíla continua de queja, pena, resentimiento, desazón y apenumbrar perpetuo.

Tienen su máxima expresión y gozan de mayor visualización en aquellos momentos de más calma como son tomar café, compartir un pequeño descanso o cuando surge una nueva incidencia negativa. Pueden manifestarse especialmente incluso en micro-encuentros que acontezcan en pasillos, ascensores o huecos de escaleras en las que ese mini-parón o impasse haga detectar un elemento negativo acontecido y por tanto, terreno abonado para su expresividad desaforada.

Si quieres no verlos, tan solo tienes que ir a reuniones de trabajo para tomar decisiones y mojarse en público, donde se deben aportar iniciativas novedosas, en reuniones para revisiones económicas de entidades públicas como colegios o asociaciones profesionales, concentraciones reivindicativas con llamadas de atención ante nuestra nefasta situación.

Hacen de la queja y de la inactividad su razón de ser y esta combinación perfecta es lo que los hace más lesivos para todos. Son un lastre y una rémora perpetua con la que debemos de transcurrir en nuestro viaje.
Pero uno de sus mayores peligros es la facilidad con la que se extienden y fagocitan los pequeños focos de actividad, además de su gran capacidad de extenderse. Se postula incluso que dentro de su fisiopatología haya una posible etiología de base viral o incluso priónica. Puede que incluso ya haya personas genéticamente predispuestas a los que tan solo una mínima “carga viral quejumbrosa” ya les induzca al cataclismo emocional que les decanta por un buen Queja-Sapiens. En ellos se ha podido aislar una sustancia que es la que induce la expresividad del cuadro: la Quejumbrina Perpetuis.
Pero no vamos a abogar por ser postulantes también de su fisiopatología con este artículo, sino que vamos a contrarrestar su incidencia con buenos y demostrados tratamientos. Son todos ellos de fácil y de muy económico acceso, llegando incluso casi a la categoría de medicamento básico para sanitarios en general, médicos en particular y médicos de familia en especial. La pertenencia a colectivos de liderazgo ejerciente y operativo es su tratamiento y su perfecta profilaxis, pues su efecto letal y anulador sobre la Quejumbrina ha sido más que constatado en recientes investigaciones llevadas por las asociaciones Basta Ya a nivel autonómico y nacional.
Así que si te analizas como afectado por esta nueva entidad nosológica o te identificas como un Queja-Sapiens en toda regla, y deseas poner fin a todo ese sufrimiento endógeno, puedes ponerte en contacto con tu asociación Basta Ya más próxima, crearla si no la tienes cerca o bien luchar en tu Colegio Profesional para tomar la iniciativa de poder actuar de forma efectiva, mantenida, decidida y operativa frente a nuestra nefasta situación…
Mejorar es posible, deseable, digno de lucharse y sobre todo, digno de tenerse en cuenta en nuestra labor diaria…



Dr. Manuel M. Ortega Marlasca

17 de febrero de 2019