Admitiendo de entrada el plagio del término más que acertado de mi amigo Braulio, tengo que decir que esta denominación categórica se nos puede admitir a una buena parte de la población, y en cuestiones de la sanidad, si se me apura, más si cabe. Como parte de la sanidad, su creador e ideólogo del término no creo que disienta de apoyar lo que a continuación os intentaré desarrollar.
A alguno se le puede quedar la cara de pocker al leer el título, de lo cual me alegraré por ser mi primera intención, y espero que ese gusanillo que induce a la actividad que algunos llaman inquietud, en otros curiosidad y en no pocos es el cotilleo, les beneficie de pillar un nuevo termino a usar en su slang particular o a caer en una realidad que nos rodea o, nos incluye. Espero cubrir sus expectativas y recibir sus comentarios; sean del tinte que sean. Lo aceptaré.
No hace mucho me llego uno de esos artículos de un columnista de revista o periódico (que me disculpe si le llega lo que escribo a sus manos por no nombrarlo dado que no pude anotar su cita) en los que hablaba con la faciidad que se suele hablar cuando no nos jugamos nada en lo que hacemos, tenemos salvaguardada nuestra hacienda y nuestras comodidades. De esa forma y garantizada la “impunidad” todo se puede ofertar como forma de mejorar o de modificar la realidad que se persigue.
Sigamos desgranando, pero poco a poco. Pues en este entorno de comodidad y de casi onanismo del bienestar propio se mueve el chulo de estufa. Por cierto, una anotación importante en aras de la igualdad que nuestros políticos promulgan: se puede ser tanto chulo como chula de estufa (CE). No tenemos hasta el momento estudios demográficos del fenómeno social.
Tenga el lector en su mente esta imagen: un adulto sentado en un confortable sofá, con sus zapatillas cómodas de casa, al calor de una estufa cerca de una ventana donde se vislumbra un día de perros…
Pues con esa imagen podemos trasladar el concepto al término metafórico en cuestión, pues el CE no es más que eso, todos aquellos que a diario se dedican a hacer comentarios y críticas sobre los aconteceres de nuestros días sin tomar cartas en el asunto, y ante todo, guardándose sus espaldas. Sinceramente, a todos se nos ha venido alguien conocido a la mente al que se le puede aplicar muy bien el término…
Todos tenemos ese compañero de trabajo que siempre sale como adalid del compañerismo y que cuando tenemos que tomar una decisión en grupo que no es muy beneficiosa para nuestra comodidad personal o laboral, antepone su beneficio personal en uso de distintas tretas (que pueden llegar a bordear la legalidad o traspasarla). O bien aquel que siempre demuestra una locuacidad sin límites a la hora de arreglar una desastrosa situación laboral o personal, pero que cuando se le da la razón y se le pide colaborar en su corrección, sencillamente, recula como un cangrejo y nos espeta algo así como… “yo doy la idea pero no lo puedo hacer”…
¿Acaso nadie conoce a alguien que se dedica todo el día a dar soluciones a los problemas pero nunca se le ha visto apechugar con las soluciones?. ¿No es frecuente ver como algunos no paran de criticar situaciones desde su pulpito particular y jamás se bajan de él para remangarse y tomar cartas en el asunto?.
Pues esa es la cruda realidad de nuestro CE. Muchas soluciones o críticas en directa relación con ausencia de implicación personal.
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