Es curioso ver como algunas veces tus hijos te lanzan
algunas frases lapidarias y sin anestesia. Esta vez “le tocó” a Mariana
mientras paseábamos en mulo por medio del Parque de Los Alcornocales. La frase
en cuestión fue la que adopta la forma de título a esta comunicación y surgió
al notar ella unas molestias por estar ese rato montando en mulo. Su hermano le
dijo que si estaba tan mala que fuera al médico, que además lo tenía en casa, a
lo que ella contestó con tan original frase digna de su propio desparpajo que
le caracteriza.
Partiendo del dicho que dice que tan solo los borrachos y
los niños dicen la verdad, tengo que realizar por mi parte mi alegato de
defensa en este caso, que os paso a compartir.
Una de las máximas que debemos y sabemos utilizar en la
medicina de familia es la proximidad al paciente y su entorno, además de un
buen conocimiento de sus características, peculiaridades y forma “de ser”. En
el caso que nos toca, es además la familia, con lo que el grado de conocimiento
además de profesional se le incrementa con la experiencia de la proximidad que
da la razón de parentesco.
En no pocas ocasiones sabemos que nuestros pacientes
maximizan e incrementan los signos y síntomas, por lo que debemos de saber
valorar la clínica en su justa medida. Si a ello le asociamos la gratuidad de
la asistencia, la rápida asistencia, la inmediata descarga emocional y la
ausencia de contraprestaciones personales tras su asistencia, se cae en el
peligro de ver como la demanda de asistencia entra en una espiral de
solicitudes que no tiene límite en muchos casos. Ni más ni menos que algo bastante
cotidiano en nuestra carga de trabajo: el carota hiperfrecuentador abusador. No
es el caso de mi hija, pero me ha recordado esta situación a otras que he
tenido que “torear” en no pocas ocasiones. Es la falacia política del gran
abuso de la sanidad.
Entiendo que contra el vicio de pedir está la virtud de no
dar, y en este caso, el que con mayor frecuencia debe hacerlo es el médico de
familia en atención primaria. Su paralelismo en mi caso es el de ser el médico
y el padre de la familia. Doble trabajo y responsabilidad que puede con llevar
parejo el tener que lidiar con esos exabruptos inesperados en una relajada
mañana lluviosa como fue el caso.
Algo que no he querido dejar pasar y compartir con todos que
os dignáis a leer y a comentar con frecuencia en mi mail.
Por cierto, no estaría mal que lo dejarais caer en el mismo
blog para que se comparta con todos los lectores. No se si os apetece que salgan
en el blog o es que no estáis familiarizados con estas tecnologías.
Saludos a todos.
300313
He sido victima de ese tipo de comentarios en mi familia jajaj
ResponderEliminarAplicando el dicho de "en casa del herrero cuchara de palo", y con el detalle de que es un servicio "las 24 horas del día, los 365 dias del año", con guardias localizadas ...con la remuneración del cariño, eso sí mucho y sin recortes, jajajaja
ResponderEliminarJa, ja... Muy bien visto... por la "paciente". Yo también he "sufrido" esta misma paradoja, con algunas variantes, en su versión "Orientador". Me venían a ver los compañeros de mis hijos, pero ellos se resistían...
ResponderEliminarSaludos cordiales AGL
Gracias a todos.
ResponderEliminarMuy bueno, como hijo de médico conozco el caso por experiencia personal.
ResponderEliminarEn mi casa la médica terminaba siendo mi madre, y si insistiamos mucho nos decia que llamaramos a Rafael (Rafael erá el pediatra que vivia dos pisos mas arriba), pero el caso es que mi padre tambien era pediatra.
Un saludo, JP .